martes, 16 de octubre de 2012

Cuando Dalí conoció a Disney: Hormigas, relojes y desiertos en el lugar más feliz sobre la tierra


Corría el año 1945. Dalí trabajaba en la dirección de arte para algunas secuencias de "Spellbound" de Hitchcock, cuando conoció a Walt Disney -un gran surrealista norteamericano según sus dichos-. La industria cultural norteamericana estaba absorbiendo lo mejor que podía de la Europa decadente y Salvador Dalí no iba a ser la excepción: Ambos intentaron crear un cortometraje musical animado inspirado en la balada mexicana "Destino" de Armando Domínguez, conteniendo éste todo lo que respondía al universo pictórico de Dalí, como la melancolía del espacio, las imágenes que se disuelven, las alucionaciones del hombre y el paisaje.

Del proyecto se realizaron 20 segundos, pero las prioridades del estudio eran otras para 1946 y "Destino" ya no era rentable. Tuvo que pasar medio siglo, cuando la estrella de Disney estaba siendo desplazada por Pixar, para que la idea realmente tomara forma  bajo encargo del heredero de Walt Disney. Entre 1999 y 2003 se recuperaron los 20 segundos originales y se animó el corto en base a otros cuadros y bocetos del pintor; esta vez combinando la animación 3D con la 2D y logrando un cortometraje sorprendente, lleno de movimiento, ritmo y belleza en una historia de amor entre el dios Cronos y una bailarina. El corto fue finalmente lanzado en 2003 en conjunto con la versión en video de Fantasía 2000 y le valió la nominación al Oscar a mejor corto animado. 

A riesgo de decir obviedades en cuanto a lo audiovisual, prefiero solo comentar que Dalí fue el exponente más potente del surrealismo, esa vanguardia de la que muchos afirman que en realidad fue más bien un romanticismo extremo y cuyos miembros fueron obligados en un momento a adherir al comunismo. Su nombre suena extraño al unirlo al de Walt Disney, pero cabe recordar que Salvador Dalí ya había sido expulsado del movimiento y André Bretón le achacó el anagrama "Avida Dollars". "Destino" es una muestra tanto del comportamiento de muchos artistas después de la segunda guerra mundial como de la audacia del industria cultural norteamericana para renovarse a sí misma.




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